Actualmente existen opciones que permiten combinar el mantenimiento de jardines bonitos y agradables con un uso responsable de agua. Estos jardines utilizan técnicas de xerojardi nería, una modalidad de jardinería que pretende el uso eficiente del agua en los jardines, adaptándose a las condiciones climáticas del entorno sin que por ello se construyan jardines áridos o plagados de cactus.

Los conceptos básicos para conseguir un jardín con unas mínimas necesidades de riego son las siguientes:

1. El diseño del jardín
2. El análisis del suelo
3. La selección de especies 
4. Las zonas de césped y los tapices verdes
5. Uso de recubrimientos de suelo
6. El riego eficiente
7. El mantenimiento


 

1. El diseño del jardín

Un buen diseño previo nos proporcionará orientación a lo largo de todas las fases de la creación del jardín y asegurará que las diferentes técnicas de ahorro de agua estén bien coordinadas y resulten eficaces.

Todo diseño debe comenzar por un cuidadoso reconocimiento de los rasgos del clima local y de las características ambientales del terreno con el que contamos: debemos identificar cuáles son las zonas más húmedas y las más secas, cuáles son las más soleadas o las más umbrosas, qué espacios se encuentran más expuestos al viento y cuáles están más resguardados. Este reconocimiento del terreno es muy útil a la hora de diseñar el jardín, porque permite:

• adaptarse a sus características: por ejemplo, las zonas más soleadas (aquellas expuestas al sol de mediodía y al de la tarde) serán las más idóneas para las plantas que aprecian la luz y resisten mejor la sequedad;

• efectuar correcciones: por ejemplo, disponiendo barreras vegetales que sirvan de cortavientos o colocando árboles que proporcionen sombra en los puntos más soleados.

Si nuestro terreno posee un buen suelo y un perfil suave, lo más recomendable es adaptarse a él tanto como sea posible para evitar deteriorar su estructura natural. No obstante, si tiene pendientes fuertes, puede resultar oportuno realizar algunas rectificaciones para prevenir la erosión y la pérdida de agua por escorrentía. Una opción consiste en realizar abancalamientos en las zonas de mayor pendiente, tal y como muestra la figura 1.


Figura 1. Corrección de una ladera mediante bancales


Las terrazas sujetas por muros de piedra no sólo evitan que los taludes se desmoronen; también sirven para crear fondos de gran belleza.

 

2. Análisis del suelo

Un elemento esencial de todo jardín es su suelo. Debemos destacar que una de las medidas más eficaces es elegir las especies vegetales que se adapten mejor a los condiciones del suelo (pH, textura, tipo de drenaje…) en lugar de ir rectificando unas y otras.

Las características del suelo condicionarán las especies de plantas que resultan viables y también influirán en el consumo de agua. De hecho, la velocidad a la que se infiltra el agua en el suelo, así como la capacidad que éste tiene para retenerla dependen en buena medida de su textura, es decir, de la proporción de arenas (partículas que tienen entre 0,05 y 2 mm de diámetro), limos (entre 0,002 y 0,05 mm) y arcillas (partículas menores de 0,002 mm) que contiene. En los suelos arcillosos (que son aquellos que contienen más de un 55% de arcillas) el agua penetra con dificultad y tiende a extenderse en superficie, produciendo encharcamientos y escorrentías. Por el contrario, en los arenosos (con más del 85% de arenas) el agua penetra muy fácilmente y se pierde en el subsuelo, ya que la capacidad de retención de la humedad es muy baja. Por lo tanto, aunque por razones diferentes, ni los suelos muy arenosos ni los muy arcillosos son idóneos para el jardín. Resultan mucho más adecuados los suelos denominados francos (con menos de un 25% de arcillas y proporciones parecidas de arenas y limos) o franco arcillosos.

Si el suelo del terreno que deseamos ajardinar no posee una mínima calidad, será necesario realizar enmiendas o correcciones.

• En ocasiones el terreno ha sido rellenado con escombros procedentes de construcciones cercanas. En este caso hay que añadir una capa de suelo, retirando, si es necesario, parte de los materiales depositados previamente.

• Si el suelo es pobre en materia orgánica es muy recomendable añadirla, especialmente en las zonas dedicadas a flores o arbustos. Así se mejora la capacidad del suelo para absorber y almacenar agua que estará disponible para las plantas.

• Si el suelo es excesivamente arcilloso, conviene instalar un drenaje y aportar frecuentemente materia orgánica.

 

3. La selección de especies

La selección de las especies que plantemos en el jardín va a condicionar, no sólo la cantidad de agua consumida, sino también el mantenimiento que debamos realizar. Además, determinadas plantas son especialmente exigentes en cuanto al aporte de nutrientes, plaguicidas, etc. generando un elevado consumo de estos productos.

Teniendo en cuenta esta gran variabilidad, podemos orientar nuestra elección hacia especies autóctonas, las cuales cuentan con la ventaja de que se encuentran totalmente adaptadas a las condiciones climáticas de la zona en la que vivimos.

La cantidad necesaria de riego va a disminuir notablemente, ya que su ciclo de crecimiento se regula en función de las características meteorológicas de cada época del año.

Por otra parte, todas las especies que crecen en nuestro medio habitual van a ser mucho menos sensibles a plagas o enfermedades, ya que llevan mucho tiempo conviviendo con ellas y han desarrollado mecanismos de protección.

Sin ir más lejos, los árboles, arbustos y matas propios de la región mediterránea son ampliamente apreciados en jardinería por su belleza y sus aromas, siendo especies que requieren poco riego y están adaptadas a soportar períodos de sequía.

Uno de los tesoros de la jardinería mediterránea lo constituyen un conjunto de matas y arbustos genéricamente denominados aromáticas debido a su intensa fragancia. El romero, los tomillos, las salvias, el espliego y el cantueso son algunas de las especies de este grupo, cuya resistencia a la sequía es notable. En jardinería se utilizan a menudo en composiciones mixtas, formando islas o arriates. Algunas especies, como el romero, también pueden emplearse para componer setos.

Los arbustos mediterráneos siempreverdes se han plantado en los jardines de toda Europa, apreciados por su lustre y frugalidad. Podemos citar entre ellos el madroño, el durillo, las jaras y jaguarzos (como la jara blanca, la estepa o la jara pringosa), o el lentisco.

Entre los árboles hay también especies que han encontrado lugar en los mejores jardines, como los almeces, los laureles, los olivos, las higueras…

¿Cuáles y dónde?

Puedes encontrar gran cantidad de especies autóctonas en la mayoría de los viveros de tu región, por lo que te recomendamos que consultes con los vendedores que te atiendan en tu punto de compra habitual. Ellos te podrán indicar las plantas más adecuadas.


Algunos consejos para seleccionar las plantas:

• Conocer la vegetación de los espacios naturales y los terrenos incultos de nuestra comarca. Se trata de un buen método para descubrir plantas autóctonas que pueden darse bien en nuestro jardín.

• Elegir teniendo en cuenta la función que cada especie tendrá en el jardín. ¿Deseamos crear una zona de sombra densa? ¿Queremos crear una pantalla verde para crear un rincón con intimidad? ¿Necesitamos controlar la erosión en un pequeño talud? A la hora de elegir hay que valorar las aptitudes de las diferentes especies para jugar el papel que le hemos reservado en nuestro jardín.

• Seleccionar grupos de especies con requerimientos similares. Las especies que deban compartir un mismo espacio deberán tener requerimientos (de luz, agua, etc.) similares.


[ Consulta el listado de 100 especies útiles en xerojardinería

 

4. Las zonas de césped y los tapices verdes

El césped es el gran consumidor de agua en los jardines modernos y requiere un mantenimiento frecuente e intenso. Normalmente, más de dos terceras partes del agua total consumida en ellos se dedican a su mantenimiento. Por lo tanto, limitar su extensión en el jardín es una forma segura de reducir el consumo de agua de forma estable.

En el caso de las piscinas el césped representa uno de los mayores atractivos para realizar las actividades propias de esta, como por ejemplo tumbarse al sol, por ello hay que plantearse diferentes acciones que minimicen estos aspectos:

  • Diseñar las zonas de césped de manera sencilla, ya que son más fáciles de regar (círculo, cuadrado, rectángulo).
  • Valora la variedad a plantar, ya que podemos encontrar céspedes muy resistentes y con unas necesidades hídricas mucho menores que de otro tipo más ornamental y con mayores necesidades. Por ejemplo existen en el mercado especies resistentes a la sequía como Cynodon dactylon (Bermuda), Pennisetum clandestinum (Kikuyu), Stenotaphrum secundatum (Gramón, Hierba de San Agustín), Zoysia japónica (Zoysia) y Paspalum notatum (Hierba de Bahía) entre otras.
  • Ten en cuenta que los céspedes que requieren un menor consumo suelen ser de hoja más ancha, siendo muy adecuados para climas cálidos.
  • Selecciona el tipo de césped según el tipo de suelo, clima, pluviosidad, temperatura, humedad, predominancia de sol y sombra, resistencia al pisoteo intenso, usos, etc. Por ejemplo en climas frescos las más resistentes a la escasez de agua son la Festuca arundinacea y la Festuca ovina, siendo adecuado que predominen en la mezcla. 
  • Evita plantar césped en todas aquellas zonas alejadas de sus lugares de uso y disfrute, así como aquellas zonas con pendientes fuertes, mejor optar por plantas tapizantes. 
  • Valora la posibilidad de emplear césped artificial en algunas zonas especificas como terrazas, bordes de piscinas, instalaciones deportivas como pistas de fútbol, paddle, hockey, zonas de juego, etc., su consumo de agua es muy inferior.

Tapizantes verdes

Afortunadamente, es posible lograr atractivas alfombras verdes en el jardín sin necesidad de recurrir al césped. Para ello contamos con una serie de plantas «cubresuelos» o tapizantes, que resultan muy interesantes porque:

• son capaces de profundizar más con sus raíces, fijando mejor el suelo y aprovechando mejor el agua;

• requieren muy pocos cuidados (no precisan siegas periódicas);

• proporcionan bonitos efectos visuales gracias a sus flores o frutos.

A la hora de elegir las especies, es importante tener en cuenta que no todas las plantas tapizantes admiten el pisado.

Las plantas tapizantes se pueden emplear entre losas, en los caminos, entre grietas de muros, bajo los árboles o en alfombras verdes para pisar o contemplar.

Algunas plantas tapizantes de uso común

Nombre científico Nombre común Altura aproximada (cm) Exposición recomendada
Ajuga reptans Consuelda media 10 Semisombra
Armeria maritima Armeria de mar 15 Lugares soleados
Carpobrotus edulis Hierba del cuchillo 10 Lugares soleados
Cerastium tomentosum Nieve de verano 15 Lugares soleados
Dianthus deltoides Clavelina 15-30 Lugares soleados
Hedera helix Hiedra 10 Tolera el sol y también la sombra
Hypericum calycinum   15 Tolera el sol y también la sombra
Iberis sempervirens Carraspique 15 Lugares soleados
Origanum vulgare Orégano 30 Lugares soleados
Sedum acre Pan de cuco 5 Lugares soleados
Teucrium chamaedrys Carrasquilla 10-30 Semisombra
Vinca major Vinca mayor 15-30 Semisombra
Vinca minor Vinca menor 5-10 Semisombra
Thymus spp. Tomillos 7 Lugares soleados

Un listado más completo de plantas tapizantes se puede consultar en Infojardín 

Consejos para crear tapices verdes

1. Cavar bien el terreno que deseamos cubrir de plantas tapizantes para eliminar las malas hierbas.
2. Calcular la densidad de plantación adecuada (varía entre unas especies y otras).
3. Colocar las plantas. Es preferible utilizar plantas jóvenes (son más baratas y tienen mayor capacidad de tapizado).
4. Utilizar un recubrimiento o bien escardar eliminando las malas hierbas hasta que la especie tapizante cubra bien el suelo. Una vez que ocurra esto, el mantenimiento será prácticamente inexistente.

 

5. Uso de recubrimientos de suelo

Una de las técnicas más eficaces para reducir las pérdidas de agua por evaporación, y que al mismo consigue un agradable efecto estético, consiste en recubrir superficies del jardín con materiales como piedras, gravas, cortezas de árbol, etc. Estos recubrimientos, también denominados acolchados, evitan la pérdida de agua porque:

• impiden el calentamiento excesivo del suelo;

• protegen contra el viento;

• evitan la formación de costras en la superficie del suelo;

• obstaculizan la erosión y la escorrentía superficial.

Además, los recubrimientos evitan la aparición de malas hierbas, protegen contra las heladas y facilitan la ocultación de los sistemas de riego.


Algunos tipos de recubrimientos de uso común

Orgánicos   Inorgánicos
• Corteza de pino
• Acícula de pino
• Paja de cereal
• Restos de podas
  • Piedras
• Gravas
• Arena de albero
• Tierras volcánicas
• Escorias


• Recubrimientos orgánicos.  Los recubrimientos formados por materiales orgánicos tienen la ventaja añadida de que, al irse descomponiendo, enriquecen el suelo y lo fertilizan.

Los restos de las podas y las siegas realizadas en el jardín pueden emplearse como materia prima para los recubrimientos. Para ello será necesario utilizar una trituradora mecánica, o bien separar los restos leñosos más gruesos. También pueden realizarse acolchados a base de corteza de pino, que reducen de forma muy eficaz la evaporación, aligeran el suelo y facilitan la emisión de raíces por parte de las plantas. Tienen una larga duración, ya que la corteza se degrada muy lentamente. Su color oscuro resalta las plantas del jardín, produciendo un agradable efecto estético.

Para realizar un acolchado orgánico, se extiende una capa de 10 a 15 cm de espesor, que deberá irse reponiendo a medida que se descomponga. Los recubrimientos hechos con materiales muy menudos, como la acícula de pino, deben ser repuestos anualmente, mientras que los formados por cortezas o madera son mucho más duraderos.

El mejor momento para extender el acolchado orgánico es el final de la época de lluvias, cuando la tierra se encuentra bien empapada de agua.

• Recubrimientos inorgánicos. Pueden realizarse con materiales de diferentes coloridos y texturas, lo que permite lograr efectos estéticos muy notables. El espesor recomendable de la capa es inferior al del acolchado orgánico, siendo casi siempre suficiente con 5 cm.

Hay que tener en cuenta que los recubrimientos con materiales muy finos en superficies que no sean planas pueden desplazarse por efecto del riego o del viento.

 

6. El riego eficiente

Definir diferentes zonas de riego

Uno de los principios básicos para un riego eficiente es diferenciar en el jardín zonas de riego elevado, de riego moderado y de bajo consumo, distribuyendo las especies y diseñando los sistemas de riego de forma que el agua pueda ser suministrada independientemente a cada zona. Sólo así cada grupo de especies podrá recibir la cantidad de agua que necesita (véase la figura 2).


Figura 2. Esquema de un jardín zonificado según zonas de riego

 

Sistemas de riego

Los tres sistemas de riego más empleados en la jardinería de bajo consumo de agua son:

  • Aspersión
  • Localizado (goteo y microaspersión)
  • Manual

El riego por aspersión distribuye el agua como una lluvia de pequeñas gotas y es aconsejable en zonas de césped o similares. Dependiendo de la superficie del terreno a regar, optaremos por difusores o aspersores. La diferencia entre ambos es que los aspersores tienen movimiento giratorio y alcanzan más distancia, y los difusores no son giratorios y tienen menor alcance.

Ventajas:

• Es eficaz en suelos con alta velocidad de infiltración.
• Permite controlar fácilmente los caudales a aplicar y los momentos de aplicación.
• Distribuye el agua de forma bastante homogénea.

Inconvenientes:

• Cuando hay viento, el riego no es uniforme.
• Una parte del agua se queda mojando las superficies y se evapora.
• Se mojan las hojas y esto provoca, a veces, problemas sanitarios.

Los difusores tienen como ventaja una menor exposición del arco de riego al viento. Por el contrario, en superficies grandes el coste de la instalación puede ser un inconveniente importante.

En el riego localizado el agua se aplica a la planta mediante goteros, que riegan gota a gota, a baja presión.

Ventajas:

• Se produce una menor evaporación de agua que con otros sistemas de riego.
• Permite aportar a cada planta la cantidad exacta de agua, con lo cual el ahorro es considerable (de 2 a 5 veces menos que la aspersión).
• Exige poca presión (de 0,5 a 1,5 atmósferas) de 5 a 15 m.c.a. (metros- columna-agua).

Inconvenientes:

• El coste de la instalación es mayor.
• La cal provoca problemas de obturación de los goteros.
• En terrenos salinos, el sistema de goteo puede provocar afloramiento de sales en los puntos de riego.

Los microaspersores y microdifusores tienen un funcionamiento similar al de aspersores y difusores, pero son mucho más pequeños y su radio de alcance es menor. Por eso permiten repartir el agua de forma mucho más precisa.

 

Microaspersores   Microdifusores

Proyectan el agua en pequeños chorros.
  Proyectan el agua nebulizada.
Giran.   No giran.

 

En ambos casos los radios de acción oscilan entre 1 y 3 metros, y los caudales suministrados entre 10 y 50 litros por hora (véase la figura 3).


Figura 3. Es conveniente comprobar periódicamente que el área que riega cada difusor sea la adecuada

Microaspersores y microdifusores pueden colocarse directamente sobre el tubo que conduce el agua o bien instalarse sobre una corta derivación de éste, tal y como muestra la figura 4. Pueden instalarse sobre las mismas conducciones que el goteo, lo que permite alternar ambos sistemas en un mismo tubo.


Figura 4. Microdifusores instalados sobre tubo de polietileno

El riego manual tiene el inconveniente de que es más difícil calcular la cantidad de agua que se está aportando en cada zona. Además, es difícil acoplarse a la velocidad de infiltración de suelo. Sin embargo, esta forma de riego es útil para zonas que necesitan aportaciones puntuales de agua en las épocas más secas.

Si el jardín es grande, es importante colocar un número suficiente de bocas de riego. Hay que procurar que la distancia entre bocas no sea mayor de 25 metros.

Las alternativas de riego

Aspersión y difusión

Riego localizado: goteo, microaspersión, microdifusión

Riego manual

Características principales

Riego en forma de lluvia

Humedecimiento localizado por conductos superficiales y enterrados

Inundación de toda la superficie

Pendiente del terreno

Adaptable a todas las pendientes

Adaptable a todos los terrenos y pendientes

Nivelación con pendiente 0-1%

Permeabilidad

Cualquiera

Cualquiera

No recomendado para suelos de alta permeabilidad

Naturaleza del suelo

Muy adecuado en suelos muy ligeros

Cualquiera

Suelos con buena permeabilidad

Oscilación de caudales

Ajuste riguroso

Ajuste muy riguroso

Ajuste muy débil

Adaptabilidad al cultivo

Adaptable a la mayoría de los cultivos

Sólo válida para determinados cultivos

Utilizable en todos los cultivos

Acción del viento

Puede afectar a la eficiencia de aplicación

Afecta escasamente

No afecta

Riesgo de erosión

Débil

Nulo

Débil

Coste de las obras de puesta de riego

Elevado o muy elevado

Elevado

Depende del terreno

Pérdidas de agua

Reducidas

Muy reducidas

Depende mucho de la habilidad del regante; pueden ser elevadas

Cultivos

Variables

Todas las especies de jardín

Variables

Para un ahorro y un riego efectivo, son especialmente recomendables los sistemas de riego por aspersión y por localización. Estos sistemas son más eficientes si están acoplados a un programador, que permite aportar a las plantas las cantidades exactas deseadas, en los días y a las horas fijados.

Consejos para el regante

• Es conveniente regar en las horas de menos calor; así se perderá menos agua por evaporación.

• Los árboles y arbustos recién plantados requieren riegos frecuentes. Sin embargo, una vez que han desarrollado bien sus raíces (lo que supone aproximadamente un par de años), los riegos serán cada vez menos necesarios. En muchos casos bastará con tres o cuatro riegos en el verano, y algunas especies no necesitarán riego alguno.

• Es preferible regar árboles y arbustos pocas veces aunque con generosidad. Las plantas desarrollarán así mejor las raíces y se harán más resistentes a las sequías.

• El riego debe plantearse con flexibilidad, adaptándolo a la meteorología. Es recomendable comprobar el grado de humedad del suelo antes de regar y evitar el riego con fuertes vientos para evitar el riego no uniforme y evitar el incremento de pérdida de agua por evaporación.

• Tanto los difusores como los aspersores y goteros tienen diferentes tipos de caudales, alcances y recorridos. Es importante elegir los que mejor se ajusten a cada necesidad y regularlos cuidadosamente.

• Si se cuenta con un sistema de riego automatizado, pueden incorporarse un sensor de lluvia y un sensor de humedad para evitar riegos innecesarios.

• Hay que tener en cuenta que un riego superior a las necesidades de las plantas provoca un desarrollo superficial de las raíces, una mayor sensibilidad a los cambios climáticos y una debilidad general frente a las enfermedades.

• La limitación del empleo de fertilizantes en verano permite disminuir la demanda de agua de las plantas.


7. El mantenimiento

Un adecuado mantenimiento es fundamental para mantener la belleza y el atractivo de nuestro jardín, así como su eficiencia en el uso del agua.

De manera resumida las prácticas necesarias para el mantenimiento del xerojardín son las siguientes:

  • Riego. Además de estar atentos a las condiciones meteorológicas, para evitar riegos innecesarios, es necesario prestar atención al sistema de riego, comprobando periódicamente la ausencia de fugas y su buen funcionamiento.
  • Poda. Los árboles, en principio, no necesitan ser podados; la planta equilibrada con su porte natural, está más sana y aprovecha el agua más eficientemente.
  • Reposiciones de aquellas plantas que no han arraigado o se han secado.
  • Escardados. Para evitar la aparición de malas hierbas es conveniente entrecavar las zonas de alcorques y los parterres. No obstante, el empleo de recubrimientos nos ahorrará en buena medida esta pesada actividad.
  • Siegas. Los césped muy cortos consumen más agua que los que se mantiene muy altos. Además, una siega alta y poco frecuente favorece el endurecimiento del césped, poseyendo a la larga una mayor resistencia a plagas, enfermedades y sequías.
  • Cubiertas o “mulch”. Cada año es necesario sustituir las camas hechas con recubrimientos orgánicos finos y comprobar que los demás acolchados cubren adecuadamente los suelos, reponiendo lo perdido por nuevos materiales.
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